Cruz de Navajas

Estamos a tan solo unas semanas de la última vez que nos vimos, de la última vez que nos hablamos, de la última vez que estuvimos juntos, de la última vez que fuimos novios.

La verdad es que para mí ha sido difícil, tremendantemente difícil. Aunque cada día, un poco menos.

Llevo meses pensando en hacer esto, en imaginar que estás frente a mí, o que de alguna mágica manera, puedes ver lo que escribo y entonces podrías saber todo lo que siento. Supongo que ahora, a pocas semanas de volver a llegar al 4 de septiembre, busco una manera de hacerlo significativo.

Ya no quiero estar molesto contigo, porque a la vez, lo estoy conmigo. Por pensar en las cosas que pude haber hecho mejor, por lo que quedó inconcluso, por no irme antes. 

Pero últimamente, no es tan así. Y si bien, eso no ha mejorado mi estado de ánimo general, al menos ya no es algo que tengo que cargar. Aún sigo triste, sí, pero ya ni siquiera puedo decir que es por ti, es más bien como un lodazal espeso que mancha todo lo que toco, y no puedo adivinar bien de dónde viene, así que solo me quedo inmóvil para que no me trague. A veces, por más que intento, mis lágrimas no bajan; quizá ya he sacado todo lo que he podido. Quizá no, y solo estoy esperando al siguiente momento en que todo se vuelva incontenible. 

Estoy seguro que no deseo que te vaya mal. Estoy tan seguro de eso, como que te quise, como tanto sé que me quisiste. Porque sé fue mucho. Lo sentía en nuestros apodos, en la forma en que me veías cuando hablaba de algo, lo puedo ver en las fotos que nos tomamos, cómo sonreías, y cómo me dejabas quererte. Me aferro a la idea de que estuvimos enamorados, realmente enamorados, e independientemente de cómo terminó, me sostengo con uñas y dientes a creer que esto fue significativo para ambos. Incluso con las voces en mi cabeza que me dicen todo lo contrario.

Y por eso mismo, quiero y sigo en proceso de conciliarme con tu recuerdo. Porque te quise, primero como mi amiga, la persona que me daba de sus enchiladas de frijoles en su tupper azul, la que reía conmigo, la que me decía "smol", con la persona que llegaba tarde a clases a pesar de que viviéramos más cerca que todos, a la persona que admiré profundamente y de la cual, con el paso del tiempo me enamoré. Y quise tanto a tu versión enamorada de mí, quizá porque contigo aprendí lo capaz que puedo ser de querer a alguien si se me da la oportunidad. Ojalá que hubiese existido la oportunidad de haberlo hecho siempre, porque yo te habría elegido todas las veces. Pero así es el amor.

A veces me pregunto si aún piensas en mí, y espero que así como yo, tú también lo hagas. No como un anhelo, sino como un agradable recuerdo en la distancia. Que a pesar de todos los errores, sea una linda historia para contarse antes de dormir, que veas un pato y por lo menos alguna vez, pienses en mí.

Hayas tomado la decisión que hayas tomado, sea de la forma que haya sido, te llevaré siempre en mi corazón, y tu recuerdo será como una nube inconstante en el cielo. Probablemente algo de nosotros me vaya a doler toda la vida, porque probablemente, algo de mí te vaya a querer toda la vida, y estoy bien con eso.

Sea lo que sea que el futuro te traiga, tu nombre siempre estará en mis oraciones, en las cosas que vivimos, en los sueños cumplidos, en las mantarrayas de las que nos cuidábamos, o en los miedos que conquistamos juntos. Y todo lo que no fuimos, ahora se ha transformado; el amor que te dí es tuyo para siempre.

Un "cuac" pequeñito siempre, donde quiera que estés.

Comentarios

Entradas populares