Un día me bañé contigo sin saber que era la última vez que lo hacía // 14.09.2022

Habíamos ido a la feria ese día y comimos una gordita, tacos de canasta y dos aguas frescas. Llovía de regreso. Mucho. Nos mojamos los zapatos al caminar a casa. Al llegar, recogimos la casa. Tú lavabas trastes y yo limpiaba el piso, pero como acabé antes, colgué tus calcetines en un tendedero improvisado. Me sentía culpable y avergonzado porque te hubieses mojado, incluso pensé “seguro estas cosas no le pasan con Miguel, porque él sí tiene un auto”. Intenté sacarte a bailar, pero estabas muy cansada. Tanto que tenía que despertarte para lavarnos los dientes. Siempre era así, en cuanto te acostabas a mi lado, dormías. No me molestaba, nunca lo hizo: solo me causaba mucha ternura.

Fue esa noche la última vez que estuvimos bajo la misma regadera: todas las veces era igual y todas las veces las amé. 

Alguna de esas últimas semanas tristes te dije que podía pensar en la forma en cómo te bañabas, los pasos que seguías y hasta las expresiones que hacías. Como cuando te frotas la cara vigorosamente al lavarla, para después pedirme que abriera de nuevo la llave. Es increíble lo mucho que puedes conocer a alguien para incluso recordar todos esos detalles pequeños, te dije. Y yo, buscando amor, te pregunté qué cosas hacía yo mientras me bañaba, pero me dijiste que no recordabas. ¿Era una muestra de lo que venía? ¿O todo este tiempo fui solo yo el que tenía en mente las miles de formas que eres?

Si aprieto los ojos, aún te puedo ver conmigo cuando acabamos de bañarnos, terminando con un abrazo, mojado, silencioso y cálido. Como siempre. Y aunque dije que lo hice sin saber que sería la última vez, en el fondo sabía que esto era el único tiempo que nos quedaba, las últimas cosas que hacíamos juntos, porque cuando hablamos esa mañana y me consolaste diciendo que aún nadaríamos muchas veces al lado del otro, no pude creerte. 

Era como llegar al final de un cuento, donde cada palabra tenía que leerla más lento, convirtiendo palabras enteras en solo letras, esperando retrasar el momento en que todo acabara.